lunes, 29 de octubre de 2012

Gauguin y el viaje a lo exótico

Hasta el 13 de enero del 2013 se puede ver en el  Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la exposición “Gauguin y el viaje a lo exótico”, dedicada a uno de los exponentes más famosos del post impresionismo y  también a otros grandes artistas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. El corazón de la exposición son las obras realizadas por el artista en los años a Tahiti (1891 a 1893 y de 1895 a 1901) y durante sus últimos días en las Islas Marquesas (1901 a 1903), donde se encuentra su tumba. Un viaje emprendido por Gauguin para escapar de la hipocresía y de las contradicciones de la civilización europea, en busca de paisajes y personas auténticas. En ese momento su estilo cambió irreversiblemente, con los cánones de lo que se llamó más tarde el "exotismo", una corriente destinado a influir varios pintores de fama mundial como Pablo Picasso, Vincent Van Gogh y Henri Matisse, llegando hasta los expresionistas alemanes y los fauvistas franceses de inicios del 900.


Paul Gauguin tocando el armonio en el estudio de Alfons Mucha
 en la rue de la Grande-Chaumière, París 1893
Eugène Henri Paul Gauguin (París, 7 de junio de 1848 - Atuona, Islas Marquesas, 9 de mayo de 1903) fue un pintor posimpre- sionista. Jefe de filas de la Escuela de Pont-Aven e inspirador de los Nabis, desarrolló la parte más distintiva de su producción en el Caribe (Martinica) y en Oceanía (Polinesia Francesa), volcándose mayormente en paisajes y desnudos muy audaces para la época por su rusticidad y colorido rotundo, opuestos a la pintura burguesa y esteticista predominante en la cultura occidental. De sus pinturas de Martinica, opinó Van Gogh: “Formidables! No fueron pintadas con el pincel, sino con el falo. Cuadros que al mismo tiempo que arte son pecados... Esta es la gran pintura que sale de las entrañas, de la sangre, como el esperma sale del sexo”. Su obra está considerada entre las más importantes de entre los pintores franceses del siglo XIX y mantuvo su influjo por más tiempo que los impresionistas, contribuyendo decisivamente al arte moderno del siglo XX. Sus expe- rimentos sobre el color y en general el conjunto de su obra influyeron en la evolución de la pintura, tanto en Picasso como en el expresionismo alemán, y tuvieron especial impacto sobre el fauvismo (movimiento que se desarrolla entre 1898 y 1908).




Coincidiendo con la celebración del veinte aniversario de su apertura, el Museo Thyssen-Bornemisza presenta la exposición Gauguin y el viaje a lo exótico. Con la huida de Paul Gauguin a Tahití como hilo conductor, la muestra descubre de qué forma el viaje hacia mundos supuestamente más auténticos produjo una renovación del lenguaje creativo y en qué medida esta experiencia condicionó la transformación de la modernidad. La muestra comienza con las experimentaciones artísticas de Paul Gauguin en los Mares del Sur y continúa con las exploraciones de artistas posteriores como Emil Nolde, Henri Matisse, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Ernest Ludwig Kirchner o August Macke para dar a conocer la impronta de Gauguin en los movimientos artísticos de principios del siglo XX.

Day of the God (Mahana no Atua) (1894) Oil on canvas, 68.3 x 91.5 cm - Art Institute of Chicago
Comisariada por Paloma Alarcó, jefe de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, la exposición presenta 111 obras cedidas por museos y colecciones de todo el mundo, como la Fondation Beyeler de Basilea, el Albertina de Viena, el Bellas Artes de Budapest o la National Gallery of Art de Washington, y préstamos de especial relevancia como las obras de Paul Gauguin Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales) (1892) del State Pushkin Museum of Fine Arts de Moscú; Dos mujeres tahitianas (1899) del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, o Muchacha con abanico (1902) del Museum Folkwang de Essen. También destaca la contribución de la Fundación Nolde, que ha prestado seis acuarelas del artista de la serie Nativos de los Mares del Sur (1913-1914), o del Centre Pompidou de París, con una importante representación de obras del legado Kandinsky.

Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales)(1892) Óleo sobre lienzo. 115 x 86 cm.
The State Pushkin Museum of Fine Arts, Moscú. Rusia.
"Acaso llegue el día, quizá muy pronto, en que me perderé en las espesuras de alguna isla de Oceanía para vivir en el éxtasis, la calma y el arte. Allí, en el silencio de las hermosas noches tropicales de Tahití, podré escuchar la dulce, murmuradora música de los latidos de mi corazón. Libre, al fin, sin problemas de dinero, podré amar, cantar y morir". Son palabras que Gauguin escribió a su mujer, Mette, en febrero de 1890. Y hasta la Polinesia francesa se marchó este artista salvaje y radical, tránsfuga de la civilización, para recuperar la inocencia, reencontrarse con él mismo, en busca de una última oportunidad de Primitivismo y modernidad.

Eugène Delacroix - Femmes d'Alger dans leur appartement  (1834)
Oil on canvas, 180 x 229 cm - Musée du Louvre, Paris
Este es el punto de partida de la exposición con la que el Museo Thyssen ha querido celebrar su vigésimo aniversario. En 2005 ya dedicó a este artista otra muestra, centrada en el papel de Gauguin en la transformación del arte europeo. Ahora «Gauguin y el viaje a lo exótico» retoma el discurso donde lo dejó aquélla vez. No es una monográfica del pintor francés, sino que explora cómo, a partir de su escapada a los Mares del Sur, el arte también quiso viajar a otros mundos y renovar así su lenguaje. Paloma Alarcó,  comisaria de la muestra, explica que la exposición "cuenta varias historias". La primera, la del propio Gauguin, "el primer viajero moderno, que lo abandona todo en busca de un nuevo rumbo del arte. Se dirige primero a Martinica; después a Tahití. Vuelve a los orígenes para dar un salto adelante". El viaje de Gauguin no es solo espacial, sino también temporal. Pero la exposición arranca con una obra de Delacroix, de su serie dedicada a las mujeres de Argel, "fue uno de los primeros artistas que intuyó lo exótico, con su orientalismo", explica la comisaria.

Canoe; Tahitian Family  (Te vaa)(1896) Oil on canvas, 95.5x131.5 cm
Hermitage Museum, Saint Petersburg, Russia
Gauguin y el viaje a lo exótico se enmarca en el contexto del debate en torno al primitivismo en el arte moderno. El interés de los artistas por explotar sus posibilidades formales y su potencial antimimético –esencial en la evolución de los lenguajes artísticos de las vanguardias– se aborda en esta exposición desde un nuevo enfoque: el de la experiencia viajera a lo exótico en el contexto del cosmopolitismo colonial. El interés de los artistas por viajar a tierras lejanas surgió a finales del siglo XVIII fruto de la pasión romántica por la aventura y de la curiosidad científica de los ilustrados. El viaje artístico al norte de África comenzó a complementar al hasta entonces obligado Grand Tour y lo exótico pasó a ser considerado no sólo un estímulo para la imaginación artística, sino también una nueva forma de enfrentarse a la vida. A finales del siglo XIX, el creciente escepticismo en la sociedad moderna desató un deseo irrefrenable de recuperar la inocencia, de rencontrarse con el propio yo fuera de los convencionalismos occidentales. Ese sentimiento excitó el deseo de viajar a los confines con la esperanza de encontrar en los lejanos paraísos no contaminados la última oportunidad de salvación.  Si hay un artista que personifica mejor que ningún otro este impulso es Paul Gauguin.

Two Tahitian Women (1899)Oil on canvas, 94 x 72.4 cm
The Metropolitan Museum of Art, New York
Hace más de seis años la exposición "Gauguin y los orígenes del simbolismo" (Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid, otoño 2004), dio a conocer el papel central de Paul Gauguin en la transformación del arte europeo, desde el impresionismo al simbolismo, a partir de un primitivismo inspirado en la cultura popular de Bretaña. Gauguin y el viaje a lo exótico arranca precisamente donde terminaba aquella muestra con la huida de Gauguin a Tahití, donde reconquistó el primitivismo por la vía del exotismo. La exposición Gauguin y el Viaje a lo Exótico aborda tres cuestiones que van interrelacionándose a lo largo de su itinerario, organizado en ocho capítulos. La primera es la figura de Paul Gauguin, cuyas pinturas icónicas, creadas a través del filtro de la Polinesia, no sólo se han convertido en las imágenes más seductoras del arte moderno sino que ejercieron una poderosa influencia en los movimientos artísticos de las primeras décadas del siglo XX, como el fauvismo francés y el expresionismo alemán. La segunda trata del viaje como escape de la civilización, que servirá de impulso renovador a la vanguardia, y el viaje como salto atrás a los orígenes, a ese estado edénico, utópico y elemental que anhelaba el primitivismo. La tercera, y última, se refiere a la concepción moderna de lo exótico y sus vinculaciones con la etnografía.

Franz Marc  - TheDream (1912) Oil on canvas, 100,5 x 135,5 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Invitación al Viaje
El recorrido arranca con la obra de Eugène Delacroix Mujeres de Argel en un Interior (1849). Delacroix es uno de los primeros artistas en viajar al norte de África en busca de lo exótico y también un precursor en el modo de concebir la obra de arte como producto de la imaginación creadora. El movimiento rítmico y el seductor colorido de sus representaciones de Oriente serán un precedente fundamental para los artistas de la modernidad. Las escenas de la indolencia femenina que pintó Gauguin durante su periodo tahitiano  reflejan cierta influencia del exotismo de Eugène Delacroix. El pintor romántico francés fue uno de los primeros en viajar al norte de África y también un precursor en el modo de concebir la obra de arte como producto de la imaginación creadora. El movimiento rítmico y el seductor colorido de sus románticas representaciones del “esplendor del Oriente”, serían un precedente fundamental para algunos artistas de la modernidad.


Parau api (¿Qué hay de nuevo?) (1892.) Óleo sobre lienzo. 67 x 92 cm
Galerie Neue Meister, Staatliche Kunstsammlungen, Dresde
Idas y Venidas, Martinica
La breve pero intensa estancia de Paul Gauguin, junto al pintor Charles Laval, en Martinica, en el año 1887, supuso un giro transcendental en su carrera. Esta primera experiencia artística ante la espesura tropical y el encanto de las gentes de la isla cambiará definitivamente su lenguaje pictórico, que tomará forma propia en obras como el famoso Idas y Venidas, Martinica (1887) en la que el pintor compone la escena a base de pinceladas alargadas y oblicuas, deudoras todavía de Cézanne, que conceden a la superficie una textura palpitante. Junto a dicha pintura, se exponen otras realizadas por Laval, quien comparte con Gauguin la manera de aplicar la pincelada de forma decorativa
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Idas y venidas, Martinica (1887) Óleo sobre lienzo, 72,5 x 92 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Paraíso Tahitiano
Desaparecido del mundo en el fondo de Oceanía, Gauguin se volcó en la representación de la deslumbrante naturaleza y de la cultura maorí, en proceso de desaparición, con su particular estilo sintetista, construido mediante grandes superficies de color (un color que para Gauguin hace tiempo que es la correspondencia expresiva de sus sensaciones y pensamientos), y con un profundo contenido simbólico, pinta Matamoe (1892), Dos Mujeres Tahitianas (1899) o Mata Mua (Érase Una Vez) (1892); todas ellas son ejemplos paradigmáticos de las pastorales tahitianas, escenas que recrean un mundo de antaño, perdido para siempre, en el que los hombres vivían en armonía con la naturaleza. El deterioro progresivo de su salud física y mental dio paso a un periodo en el que sus composiciones se vuelven más oscuras, misteriosas y siniestras. Gauguin empieza a percatarse de que los trópicos son una región donde el paraíso y la perdición están muy próximos, y el deseado paraíso tahitiano se transforma en el paraíso perdido
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Mata Mua (Érase una vez) (1892) Óleo sobre lienzo, 91 x 69 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Bajo las palmeras
El mundo de la jungla se convirtió en uno de los motivos recurrentes de la temática moderna. Ese universo bajo las palmeras ofrecía a los artistas el impulso fundamental para superar la crisis de valores estéticos, morales y políticos, y para instaurar un nuevo paradigma artístico. Cuando Gauguin llegó a Tahití, al integrar lo primitivo y lo salvaje, logró acrecentar la liberación de su creatividad. Desde su anterior periodo bretón ya tenía claro que la pintura tenía que desafiar las convenciones de la imitación naturalista y servirse de las sensaciones asociadas a la contemplación de la naturaleza a través del sueño. Como puede observarse en esta sección, no sólo para Gauguin sino también para artistas como Henri Rousseau o Henri Matisse, Emil Nolde o Max Pechstein, August Macke o Franz Marc la relación con la naturaleza salvaje, real o imaginaria, se convirtió en el modo idóneo de recuperar la inocencia y la felicidad, el verdadero sentido del arte. El mundo de la jungla les brindaba a todos ellos un medio para superar la crisis de valores, estéticos, morales y políticos, y saltarse los límites del lenguaje artístico vigente
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Henri Rousseau - Tropical Landscape: American Indian Struggling with Gorilla (1910)
Oil on canvas 113,6 x 162,5 cm - Virginia Museum of Fine Arts, Richmond, Usa.
Haere Mai (Come Here!) (1891) Óleo sobre lienzo. 72,4 x 91,4 cm
 Saloman R. Guggenheim Museum, Nueva York
El artista como etnógrafo
En tiempos de Gauguin, la atracción por la alteridad que propició el desarrollo del primitivismo se pone de manifiesto en una nueva relación de los artistas con la etnografía. El primitivismo nos conecta con el otro a través de una especie de imagen reflejada en la que contemplamos algo extraño, algo diferente. Pero, omo defendía Victor Segalen, “no nos preciemos de asimilar las costumbres, las razas, las naciones, de asimilar a los demás; sino por el contrario, alegrémonos de no poderlo hacer nunca; reservémonos así la perdurabilidad del placer de sentir lo Diverso”. Lo que importa no es descubrir el sistema de la diferencia, sino la extrañeza irreductible de las culturas, de las costumbres, de los rostros, de los lenguajes. A Gauguin y a los artistas expresionistas les unió el compromiso de la diferencia, de la distancia, de una mirada “estética” frente al otro. Influidos por él, los expresionistas franceses y alemanes mantuvieron el mismo compromiso con la diferencia y establecieron también una mirada estética frente al otro que revelan obras como Muchacha con Abanico (1903) de Gauguin o la serie de Emil Nolde sobre los Nativos de los Mares del Sur (1913-1914).


Young Girl with a Fan (1902) Oil on canvas 91,9 x 72,9 cm
Museum Folkwang, Essen, Alemania.
Gauguin, el canon exótico
Paul Gauguin, el artista mítico que se hizo salvaje para encontrar una nueva visión para el arte se convirtió en el nuevo canon exótico para los expresionistas alemanes, los primitivistas rusos y los fauves franceses. Mientras que muchos de ellos, como Ernst L. Kirchner, Erich Heckel o André Derain, estudiaron el arte primitivo en los museos etnográficos, otros, como Emil Nolde o Max Pechstein, se embarcaron hacia tierras lejanas en busca del Otro. Por otra parte, la pintura de Gauguin, que renunciaba a cualquier tipología anterior se convirtió en paradigma para sus experimentaciones formales. Ahora bien, mientras que para el fauvismo el primitivismo gauguiniano era hedonista y esencialmente estético, para los expresionistas alemanes, lo exótico y lo primitivo eran no sólo una excentricidad anticlásica y antiacadémica sino también una nueva manera de vivir. Por otra parte, las diversas exposiciones de Gauguin que se celebraron tras su muerte, en el año 1903, sirvieron para dar a conocer las innovaciones de su pintura a las nuevas generaciones de artistas.


Tahitian Woman  (1898) Oil on canvas 72,5 x 93,5 cm
Ordrupgaard. Copenhague, Dinamarca.
Ernst Ludwing Kirchner - Two Nudes with Bathtub and Oven (1911)
Óleo sobre lienzo. 89 x 90 cm. Museum Frieder Burda, Baden-Baden, Alemania
La luna del sur
A comienzos del siglo xx los artistas modernos que viajaron a países lejanos abordaron lo exótico como una verdadera estrategia de vanguardia y su principal objetivo fue buscar respuesta a sus indagaciones artísticas. La experiencia estética de Wassily Kandinsky durante el viaje a Túnez en 1905 le descubrió una pintura de factura más experimental y un colorido más brillante, esencial para el futuro desarrollo de la abstracción. Diez años después, también visitaron Túnez August Macke y Paul Klee, donde lograron descubrir la liberación de la forma y del color. Matisse, por su parte, encontró inspiración en Oriente a través del arabesco, un modo de organización visual decorativa propia del arte islámico, y Robert y Sonia Delaunay reinterpretaron el folclorismo de la península Ibérica a través de su estilo de contrastes simultáneos.


Paul Klee - Red and Yellow Houses in Tunis (1914)
Zentrum Paul Klee, Berna

Wassily Kandinsky - Improvisación IV (Africano) (1909.) Óleo sobre lienzo. 107,5 x 96 cm
Städtische Galerie im Lenbachhaus, Múnich
Tabú. Matisse y Murnau
La exposición se cierra con la estancia de Henri Matisse en la Polinesia francesa en 1930, donde coincide  con el director del cine expresionista alemán F. W. Murnau que está inmerso en el rodaje de Tabú. Si Gauguin había planeado su viaje como escape de la civilización, Matisse lo proyectó como unas vacaciones de placer para intentar salir de un periodo de inquietud y desasosiego, pero terminó convirtiéndose en el punto de arranque de una nueva etapa artística. Durante el rodaje en Tautira, Matisse realiza varios dibujos del paisaje y algunos retratos de la actriz principal que se muestran en la exhibicion. Los recuerdos y ensoñaciones de Tahití se tradujeron en las experimentaciones de sus años finales con papiers découpés (papeles recortados), reverenciados como la culminación de su carrera y de su principio rector  baudelairiano: “orden y belleza, lujo, calma y voluptuosidad” y, asimismo, como el último soplo de utopía de las vanguardias.

 

Henri Matisse - Panel with Mask (1947) Gouache and cut out paper. 110 x 53 cm
 Designmuseum Danmark

Tabú es el título de una película dirigida por el director alemán F.W. Murnau en 1930, durante su etapa estadounidense, y rodada en Tahití. Comenzó siendo un proyecto codirigido por Murnau y el documentalista Robert Flaherty, que ya había rodado dos películas anteriores ambientadas en los Mares del Sur: Moana (1926), rodada en Samoa, y Sombras blancas de los Mares del Sur, en Tahití. Flaherty, sin embargo, se retiró de la producción por no estar de acuerdo con las exigencias de la productora, la Paramount, que pretendía que la película fuese protagonizada por estrellas de Hollywood.

The Sacred Mountain (Parahi Te Marae) (1892) Oil on canvas, 66 x 88.9 cm
Philadelphia Museum of Art
Te Pape Nave Nave (Delectable Waters) (1898) oil on canvas, 74 x 95.3 cm
National Gallery of Art, Washington, DC
Adam and Eve (1902) oil on canvas
Art Museum Ordrupgard, Copenhagen, Denmark
Henri Manguin - The Prints ( 1905) Oil on canvas, 81 x 100 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisz
August Macke - Man with Donkey (Tunisia)(1914) )
Watercolour, 26,6 x 20,8 cm
Kunstmuseum Bern, Berna
Henri Matisse - Flowers and ceramics (1911/13)
Oil on canvas, 94 × 83 cm
Stadel Museum, Frankfurt am Main, Germany























Emil Nolde - Moonlit Night (1914) Oil on canvas, 69 x 89 cm
The Albertina, Vienna
August Macke - Landscape with Cows and Camel (1914)
Oil on canvas 47 x 54 cm - Kunthaus Zürich, Zúrich
Ernst Ludwig Kirchner - Woman Nude (Dodo) (1909)
Oil on canvas. 75,5 x 67,5 cm - The Albertina, Viena.
Emil Nolde -  Jupuallo (1914) Watercolour and ink. 47,4 x 34,9 cm
Nolde Stiftung Seebüll









jueves, 25 de octubre de 2012

Picasso Superstar

Obras maestras del artista en muestra a Milano, Estocolmo y a New York. A pesar de una producción desmedida y un propio y verdadero diluvio de exposiciones, que en los últimos diez años le rindieron homenaje los museos mas importantes del mundo, parece ser que los apasionados de arte y los coleccionistas no se cansen nunca de ver y comprar, a precios saladisimos, las obras de Pablo Picasso.
  

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Crispiniano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso simplemente conocido como Pablo Picasso (Málaga, 25 octubre 1881 – Mougins, 8 abril 1973) es conside- rado uno de los mayores artistas del siglo XX, participó desde la génesis en muchos movimientos artísticos que se propagaron por el mundo y ejerció una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Incansable y prolífico, pintó numerosas obras, presentes en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Además, abordó otros géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales. En lo po- lítico se declaraba pacifista y co- munista. Fue miembro del Partido Comunista Francés hasta su muer- te el 8 de abril de 1973 en Notre-Dame-de-Vie (Mougins) a los 91 años. Está enterrado en el parque del castillo de Vauvenargues (Bouches-du-Rhone).


"Picasso Black and White”
Sus obras actualmente se pueden ver al Guggenheim de New York, que hasta el 23 de enero 2013 presenta una revisión de 118 obras enteramente dedicada a la producción en blanco y negro del artista. "Picasso Black and White” es la primera exposición que explora el uso notable del blanco y negro a lo largo de la prolífica carrera del artista español. El tema recurrente del negro, blanco y gris es evidente en sus períodos azul y rosa, siendo pionero en la investigación sobre el cubismo, sobre las pinturas neoclásicas figurativas y el surrealismo. La Paleta de Picasso revela el desarrollo de un proceso único de trabajo, que persiguió hasta su muerte. Sus obras innovadoras en blanco y negro siguen influyendo en los artistas de hoy. Este estudio cronológico, que abarca desde 1904 hasta 1971, incluye pinturas, esculturas y obras sobre papel, en las cuales se destaca la elección por parte del artista del blanco, el negro y el gris en lugar del color.

Marie-Thérèse, Face and Profile (1931)
Oil and charcoal on canvas, 111 x 81 cm
Private collection
The Rape of the Sabines (1962)
Oil on canvas, 161.5 x 130 cm
Fondation Beyeler, Riehen/Basel























Lo extraordinario de la muestra es que la gran mayoría de las obras  son préstamos privados, la mitad de ellos pertenecen a la familia Picasso, en lo que es sin duda una hazaña notable de la curadora de la exposición, Carmen Giménez. La Sra. Giménez es Asociada desde 1989 al cuerpo de conservadores del Guggenheim de Nueva York, y una de la mayores autoridades mundiales en la figura y la obra de Pablo Ruiz Picasso. De ella partió la idea de que el Guggenheim abriese una sede en Bilbao. También fue directora del Museo Picasso a Malaga. Treinta y ocho de las 118 obras de la serie nunca han sido expuestas en USA, y 5, entre ellas "Busto de mujer con un sombrero" (1939) nunca se han visto en ningún lugar público.
Seated Woman in an Armchair (Dora) (1938)
Oil on canvas, 188.5 x 129.5 cm
Fondation Beyeler, Riehen/Basel.
Still Life with Blood Sausage (1941)
Oil on canvas, 92.7 x 65.8 cm
Collection of Gail and Tony Ganz, Los Angeles
























Picasso/Duchamp “He Was Wrong” 
En vez el Moderna Museet de Estocolmo, presenta hasta el 3 de marzo 2013 la exposición Picasso/Duchamp “He Was Wrong”, donde  compara a los dos artistas, que fueron grandes innovadores del arte del novecientos. Pueden parecer incompatible al contrastar a ambos sobre el propósito de la pintura, o sobre el ojo frente a la mente: "Si tan sólo pudiéramos sacar nuestro cerebro y usar solamente nuestros ojos." Pablo Picasso. "Yo estaba interesado en las ideas, no en los productos visuales. Quería poner de nuevo la pintura al servicio de la mente"- Marcel Duchamp Pablo Picasso y Marcel Duchamp a menudo son vistos como contrarios. Y es cierto, aunque a menudo en sus respectivos entornos inmediatos compartieron muchos mecenas y coleccionistas, pero sin embargo parecen haber maniobrado en mundos totalmente diferentes.

La femme à la collerette bleue (1941)
Eran tan diferentes que sus respectivas ideas sobre lo que el arte debe ser, puede parecer irreconcilliables, y sin embargo, desde sus posiciones extremas al mismo tiempo ejercieron una influencia incalculable sobre el destino de la modernidad. En efecto, el autor Octavio Paz escribió una vez: "Tal vez los dos pintores que han tenido la mayor influencia en este siglo son Pablo Picasso y Marcel Duchamp. El primero con toda su obra, el segundo con una sola obra, que es una verdadera negación del sentido moderno del trabajo ".  En gran medida “Picasso / Duchamp - He Was Wrong" se compone de obras de estos dos artistas pertenecientes a la colección del Moderna Museet. El Museo cuenta con una de las colecciones más prestigiosas del mundo sobre trabajos de Duchamp, y también cuenta con una importante colección de pinturas, esculturas, grabados y dibujos de Picasso. Gracias a los préstamos adicionales, la exposición abarca casi siete décadas de la obra de Picasso.

Le Joueur de cartes II (1971)
Louisiana Museum of Modern Art, Humlebæk, Denmark
The Source (1921) Oil on canvas, 64 x 90 cm
 Moderna Museet, Stockholm
















"Picasso" - Palazzo Reale (Milano)
El gran regreso a Milano de Pablo Picasso, donde hasta el 6 de enero 2013 se podrán apreciar casi 250 obras entre pinturas, dibujos, esculturas y fotografías, que colmarán el Palazzo Reale de Milano, en la gran retrospectiva dedicada al incomparable artista español Pablo Picasso. Curada por Anne Baldassari, reconocida internacionalmente como una de los estudiosos más importantes de Pablo Picasso y conservadora del Musée National Picasso de París, la exposición está concebida como un recorrido cronológico sobre la producción del artista, la comparación de las técnicas y las formas de expresión que ha experimentado durante su larga carrera, abarcando todas las etapas claves de la creatividad polifacética de Pablo Picasso. También los diversos medios de expresión visual y de comunicación a través de los cuales el genio del artista tuvo modo de exprimirse.

Deux femmes courant sur la plage - La course (1922) Gouache sur contreplaqué, 32,5 x 41,1 cm
 Musée National Picasso, Paris
Esta impresionante colección de obras, provenientes en su mayoría del Musée National Picasso de Paris, ofrece una oportunidad única para comparar las mayores fases artísticas de la modernidad,  testimoniadas  por un único - quizás el más grande de todos - genio: el periodo azul y el rosa, el período de investigación "africano" o proto-cubista, el cubismo sintético y el cubismo clásico, las pinturas surrealistas, el período de participación política y las pinturas sobre el tema de la guerra, el interludio pop y las variaciones inspiradas en los grandes maestros del Renacimiento y el arte moderno, hasta sus últimas producciones antes de su muerte en 1973.

Portrait de Dora Maar (1937)
Huile sur toile, 92 x 65 cm
Musée National Picasso, Paris
Portrait d'Olga dans un fauteuil (1918)
Huile sur toile 130 x 88,8 cm
Musée National Picasso, Paris























La ocasión para efectuar la exposición fue proporcionada por el cierre hasta el verano del 2013 (debido a  restauros) del Hotel Salé, edificio del siglo XVII que alberga el Musée Picasso en París. Museo creado por la ley (genial) de la "datión"  promulgada en 1968 por el entonces Ministro de Cultura francés André Malraux, por la cual los herederos de los artistas podían pagar los derechos de sucesión, con obras de arte. Puesto que Picasso a su muerte (en 1973) era una especie de monumento viviente  y el valor de sus obras ya eran  vertiginosos, el Musée Picasso puede contar hoy con bien 200 cuadros, 100 esculturas y cerámicas y 3000 dibujos y grabados que cubren todas las épocas de Picasso. Todos los trabajos fueron seleccionados (con derecho de primera opción) por los eruditos encargados por el Estado, entre las numerosas obras que estaban en las residencias y en los estudios del artista. En el momento de su muerte, muchos de sus cuadros se encontraban en su poder, ya que Picasso mantuvo fuera del mercado, las obras que no necesitan vender. Además, Picasso tenía una considerable colección de obras de artistas contemporáneos como Henri Matisse, con quien intercambiaron varias obras.

Massacre en Corée (1951) huile sur contreplaqué, 110 cm × 210 cm - Musée National Picasso, Paris
Esta es la tercera exposición que Picasso presenta en el Palazzo Reale de Milano, la anterior fue en octubre del 2001, y ya pasaron casi 60 años desde aquel memorable 1953, en la que acepto de presentar solo a Milano (y no en la etapa inaugural de Roma) un icono como el “Guernica”, con el pacto que se exhibiera  en el Salón de las Cariatidi devastado por la guerra. Y realmente, se puede decir sin temor a equivocarse  que la exposición de hoy no tiene nada que envidiar a aquella de 1953: por las 250 magníficas obras que se exhiben, documentando de la mejor forma  toda su vida como artista, expuestas por la curadora en secciones ordenadas cronológicamente, entre  el 1900 y el 1972, con momentos de profundización sobre temas de especial relevancia, y con una preparación  simple y sofisticada.

Les baigneuses (1918) Huile sur toile, 27 x 22 cm - Musée National Picasso, Paris
Falta el Guernica, es cierto, porque la obra es hoy inamovible, pero es eficazmente evocada en la primera sección, comisariada por Francesco Poli en el Salón de las Cariátides, donde a travez de una pantalla, se pueden ver las imágenes de la famosa fotógrafa Dora Maar, en ese momento compañera de Picasso, que documentó la gestación de la obra. Fue propio Pablo Picasso a pedir y obtener que el Salón de las Cariátides no se restaurase  en "recuerdo permanente de la locura de la guerra"


Cuando en 1953, Pablo Picasso fue protagonista de una antología a Milano, quizo elegir personalmente las obras de exponer a Palazzo Reale. En la muestra, como testimonia la fotografía de al lado (realizada por René Burri en aquella ocasión) estaba el “Guernica”, lienzo pintado en 1937 para la Exposición  Universal de París, después del bombardeo de la ciudad vasca por parte de la aviación nazifacista. Después Picasso hizo en modo que el cuadro vuelva a España solo a la fin del franquismo. Desde el 1938 al 1951 fue conservado en el Moma de New York, ahora esta en el Centro Reina Sofia de Madrid. La muestra del 1953 llevo una oleada de neo-cubismo al arte italiano


Picasso es el protagonista indiscutible del arte del siglo XX, siendo capaz de encarnar el espíritu tumultuoso e innovador de ese siglo. Nacido en la ciudad española de Málaga en 1881, después de estudiar arte en Barcelona, donde se incorporó a la Escuela de Bellas Artes a la temprana edad de trece años,  hizo su primer viaje a París en 1900, la ciudad donde el arte y la cultura lo influenciaron enor- memente, tanto de  dejar su huella en toda su producción. En el momento de su muerte en Mougins, en el sur de Francia en 1973, dio a luz obras con diversos lenguajes  y medios artísticos, en una serie de puntos de inflexión y de cambios estilísticos, testimonios sorprendentes de la vida privada, civil y política y de la búsqueda artística inagotable.

Le baiser (1969) Huile sur toile, 97 x 130 cm - Musée National Picasso, Paris
Grande, mejor dicho grandioso, Pablo Picasso lo fue inmediatamente. Parecería que empezó a pintar antes de comenzar a hablar, y ya a los trece años  dominaba tan bien la paleta y los pinceles que el padre, un pintor, le regalo todas sus herramientas de trabajo, declarándose indigno a usarlos. Durante el invierno de 1895 realizó su primer gran lienzo académico, "La primera comunión" (Museo Picasso, Barcelona). En el 1901, a los veinte años, ya había pintado el primer cuadro de su asombroso periodo azul el que discurre aproximadamente entre 1901 hasta 1904: este nombre proviene del color que domina la gama cromática de las pinturas, y tiene su origen en el suicidio de su amigo Carlos Casagemas el 17 de febrero de 1901, que lo dejó lleno de dolor y tristeza. Picasso, motivado y sensibilizado por la muerte de su amigo, pintó un cuadro que nombró "El entierro de Casagemas", cuadro alegórico que empezaba a mostrar su paso al período azul. Otro ejemplo extraordinario de este periodo es “La Célestine” (1904)

La Célestine (La Femme à la taie) (1904) Huile sur toile, 74,5 x 58,5 cm
Musée National Picasso, Paris
Cuatro años mas tarde iniciara el periodo rosa. Picasso se instaló en París en el Bateau-Lavoir, situado en el barrio de Montmartre. Allí reanudó su contacto con varios artistas españoles que también vivían en el Bateau-Lavoir, especialmente con Ricardo Canals, quien le enseñó en septiembre del mismo año la técnica del aguafuerte. En agosto de 1904 Picasso conoció a su primera compañera sentimental: Fernande Olivier, con veintiún años los dos, Fernande fue el primer amor verdadero de Picasso, y se convirtió en su fuente de inspiración hasta 1910, aunque su relación no acabaría definitivamente hasta 1912. A este periodo pertenece el “Garçon à la pipe" (1905)  uno de los ejemplos mas extraordinarios.

Garçon à la pipe (1905) Oil on canvas, 100×81.3 cm - Private collection
Fue realizado en 1905, durante el Período Rosa de Picasso, en el cual el artista pintó con una paleta de colores alegres como el naranja y el rosa. La obra representa a un niño, conocido como Petit Louis, soste-  niendo una pipa en la mano izquierda y con una guirnalda o corona de flores en la cabeza. Los tonos grises de la piel hacen que se vea al niño en un estado poco saludable y ayudan a crear una atmósfera decadente. El rojo intenso de la corona de rosas esta en agudo contraste con los colores apagados del resto de la obra. El cuadro fue adquirido en 1950 por John H. Whitney, un productor de Hollywood, que había llevado al cine  películas como “Lo que el viento se llevo”. La obra fue comprada por una suma equivalente entonces a 30.000 dólares. La familia Whitney ha logrado amasar una gran colección de obras de Picasso, Manet, Sargent y Braque, muchas de los cuales están actual- mente exhibidas en los museos más prestigiosos de los Estados Unidos. En el 2004, la obra fue vendida en una subasta de Sotheby en New York por u$s 104.1 millones.
(La obra no es parte de la exhibicion)


Picasso tuvo un período en el que en su producción artística fue influenciada por el arte africano (1907-1909),y se considera  la obra “Les Demoiselles d'Avignon” como punto de partida. Las ideas desarrolladas en este periodo lo llevarían sucesivamente al período cubista. En la Les Demoiselles d'Avignon, a través de la abolición de toda perspectiva o profundidad, elimina el espacio: simbolizando, por lo tanto, una toma de conciencia acerca de una tercera dimensión no visual, sino mental. La obra es un icono del novecientos que abrió la brecha a la revolución cubista.

La suppliante  (1937) Gouache sur bois, 24 x 18,5 cm
Musée National Picasso, Paris
Pasando de una revolución a otra en la década del veinte arriba el tiempo del retorno al arte clásica, después, en las dos décadas siguientes realizo cuadros que son una sorprendente síntesis de todos sus modos precedentes. La figura reducida  a la esencia y descompuesta, como también los objetos y el fondo, recordando al cubismo, pero el esfuerzo requerido al espectador para reconocer el tema es sin duda menos difícil. Durante algún tiempo son propio estos trabajos de los años treinta y cuarenta aquellos mas apreciados por parte de los coleccionistas: en la top Twenty, la clasifica de los veinte precios de subasta mas elevado de Picasso, figuran diez obras de este periodo, adjudicadas entre los 14 y los 81 millones de euro, y ni si quiera un lienzo cubista.

Femme assise (1920) Huile sur toile, 92 x 65 cm
Musée National Picasso, Paris
En el 1937, exactamente treinta años después de “Les Demoiselles d'Avignon”, pintara el celebre “Guernica”, otra obra maestra de formato monumental que se convertirá inmediatamente en un icono del siglo XX. Picasso cambia continuamente estilo porque detestaba repetirse. Pensaba exactamente como el poeta Guillaume Apollinaire: “Tengo terror de los artistas que se repiten. Para mi son como aquellos insectos que recomienzan al infinito, automaticamente, la misma accion”. Pero cambiaba estilo aunque porque, como explico el celebre mercante parisino Daniel-Henry Kahnweiler, "Picasso invento un nuevo estilo para cada una de las tantas mujeres de su vida". El mismo Picasso revelo que sus cuadros eran “la mas fiel autobiografia”.

La Lecture (1932) Huile sur toile 130 x 97,5
Musée National Picasso, Paris
Reconocido aunque del Guinness world records como el artista mas prolífico de todos los tiempos, siendo grande con cualquier medio expresivo. Ha realizado algo así como 13.000 entre pinturas y dibujos, al menos 300 esculturas, 633 cerámicas a tirada limitada y un numero incalculable de grabados y litografías. Todo rigurosamente catalogado con una presicion,  en aquel tiempo inusual y probablemente maniática, que hoy pero, hace del mercado de Picasso uno de los mas seguros. Cuándo murió Picasso era también el artista mas rico de siempre: dejo a sus heredes cuadros, casas, joyas y cuentas bancarias por un valor global que, entonces, giraba alrededor de 800 millones de euro.

Nu coach (1932) Huile sur toile, 130 x 161,7 cm - Musée National Picasso, Paris
Picasso como también Andy Warhol, desmienten uno de los principios que regulan el mercado del arte: las cotizaciones elevadas de un artista dependen, además de la calidad media de sus obras, también de una producción muy contenida. A pesar de de los 75 años de frenética actividad, el aumento en la valoración de Picasso no parece conocer limites. Tres pinturas han superado en subastas los 95 millones de dolares, otras cuatros fueron vendidas en mas de 40 millones de dolares y son mas de cincuenta las obras del artista adjudicadas a mas de 10 millones de dolares.  Las cotizaciones de Picasso son desde hace mucho tiempo a las estrellas. En el 1989 el millonario griego Stavros Niarchos gasto 47,9 millones de dolares por “Yo, Picasso” (1901) un autorretrato del artista de cuando tenia veinte años. Apenas ocho años antes, en el 1981, fue vendido en una subasta a 5,8 millones de dolares.

Paul en arlequin (1924) Huile sur toile, 130 x 97,5 cm
Musée National Picasso, Paris
Le matador (1970)
Huile sur toile, 145,5 x 114 cm
Musée National Picasso, Paris
Grande nature morte au guéridon (1931)
Huile sur toile, 195 x 130,5 cm
Musée National Picasso, Paris

La chèvre (1950)
Plâtre original (panier d'osier, pots en céramique, feuille de palmier,
métal, bois, carton et plâtre)120,5 x 72 x 144 cm
Musée National Picasso, Paris
Corrida: la mort du torero (1933) Huile sur bois, 31 x 40 cm
Musée National Picasso, Paris
La femme au tambourin (1939)
Aquatinte et zincographie sur cuivre sur papier
Vélin d’Arches, exemplaire, 66,5 x 51,2 cm
Musée National Picasso, Paris
Tête de femme (1929-30)
 De fer, d'étain, de ressorts,
passoires, 100 x 37 x 59 cm
Musée National Picasso, Paris


Autoportrait (1906)
Huile sur toile, 65 x 54 cm
Musée National Picasso, Paris
Etude pour "Les demoiselles d'Avignon" (1907)
Huile sur toile 90,5 x 71,5 cm
Musée National Picasso, Paris





















Femme nue dans un jardin (1934)
Huile sur toile, 162 x 130 cm
Musée National Picasso, Paris
Femme au fauteuil rouge (1932)
Huile sur toile, 130,2 x 97 cm
Musée National Picasso, Paris














































Femme lançant une pierre (1931) Huile sur toile, 130,5 x 195,5 cm
Musée National Picasso, Paris
Femme couchée lisant (1939) Huile sur toile, 96,5 x 130 cm
Musée National Picasso, Paris
Trois Figures sous un arbre (1907-1908) Huile sur toile, 99 x 99 cm
Musée National Picasso, Paris
Guitare et bouteille de Bass (1913)
Tableau-relief. Eléments de sapin partiellement peints, papier collé,
traits au fusain, clous, sur fond de bois, 89,5 x 80 x 14 cm
Musée National Picasso, Paris
Nature morte au pichet et aux pommes (1919)
Huile sur toile, 65 x 43 cm
Musée National Picasso, Paris