A la
Tate Modern de Londres y a la National Galleries
of Scotland a Edimburgo, las proféticas experimentaciónes que el gran maestro noruego
hizo a inicios del siglo XX. A la base de lenguajes, técnicas y visiones del
nuestro tiempo.
The Girls
on the Bridge, 1902 oil on canvas 100 x 102 cm - Private collection
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Pocos artistas
modernos son tan conocidos y, sin embargo menos comprendido que el pintor
noruego Edvard Munch (Løten, 1863 -
Ekely, 1944) fue
un artista mucho más moderno que la
historia del arte suele recordar. No sólo, por lo tanto, es un innovador en términos
de investigación expresiva, sino también un
precursor del expresionismo e su inspirador.
No es sólo el artista de la intimidad, la soledad y la angustia.
Edvard
Munch's House, 53 Am Strom in Warnemünde (1907) Photograph, collodion print on
paper 8,9 x 8,9 cm
- Munch Museum,
Oslo
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Munch anticipa al
expresionismo, pero sobretodo es una figura clave del novecientos, y la
personalidad del artista se muestra increíblemente actual. Anche si para muchos
el artista noruego sigue siendo el pintor atormentado
del “Grito” y un contemporáneo de Van Gogh y Gauguin, su trayectoria se
proyecta bien más allá del simbolismo del ochocientos. No solo la mayor parte
de su producción es realizada en el primer decenio del siglo XX, sino que se
involucró con la modernidad y se inspiró en la vida cotidiana fuera de su
estudio, tales como escenas de la calle y los incidentes reportados en los
medios de comunicación, dejándose influenciar por nuevas técnicas y lenguajes
como la fotografía, el cine, que habrán un rol central en el arte
contemporáneo.
The Sick
Child, (1907) Oil on canvas, 118,7
x 121 cm
- Tate Modern, London
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Sobre estas premisas
se desenvuelve la exposición proveniente de la Schirn Kunstalle de Frankfurt a la
Tate Modern de Londres “Edvard Munch – The
modern eye” y organizado en estrecha colaboración con el
Centro Pompidou de París y el Museo Munch de Oslo, la muestra cuenta con más de sesenta pinturas, cuidadosamente
seleccionadas y fotografías,
junto a su menos conocida obra fílmica. La National Galleries
of Scotland de Edimburgo presenta en vez, “Edgard Munch – Graphic Works from the
Gundersen collection” centrada sobre las litografías y xilografías, para Munch
campo de experimentación continua.
Puberty (1894) oil on canvas 151.5 x 110 cm - The Munch Museum, Oslo
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A lo largo de su
larga carrera Munch nunca dejo de replicar sus propios temas. Conocemos por
ejemplo, seis versiones del El niño enfermo (1885-1927), doce versiones de
Vampiro (1893-1918), cuatro de la celebre Pubertad, y también cuatro son los Gritos. Además encontramos numerosos dibujos,
impresiones y esculturas que retoman las obras citadas, como así también otras
obras maestras como Niñas en el puente de 1902-27 o La habitación
verde.
Vampire (1893) Oil on canvas 80,5 x 100,5 cm Collection Göteborgs konstmuseum, Gothenburg |
Detrás
de esta repetición obsesiva, se puede interpretar como una estoica búsqueda del primo
shock emotivo que lo llevo a abordar la cuestión específica y de restituir a la emoción visual su naturaleza intacta e inalterada. Pero no sólo. Es también la respuesta a un mundo en el cual el
concepto de representación y de imagen está evolucionando en un modo repentino
e inesperado. Otros
han observado mas prosaicamente que su propensión a la replica satisfacen las demandas del mercado.
Self-portrait,
Between the clock and the bed (1940-43) Oil on canvas. 149,5 x 120,5 cm - The Munch Museum,
Oslo
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La
modernidad de Munch se demuestra por su
profundo interés en las nuevas tecnologías, la
fotografía, y el cine. Desde el principio, el artista ha experimentado con la cámara fotográfica, compró su primera máquina en 1902 en Berlín, una Kodak pequeña que produjo sobre
todo retratos, muchos de ellos realizados durante
el período de internamiento en la clínica del Dr. Jacobson,
en Copenhague. Hacia fotos con ángulos
extraños que luego ha utilizado en
sus pinturas. Además de haber
hecho una película, ahora restaurada especialmente
para la exposición, Munch también
se inspiró en el cine para dar a sus
cuadros una idea de movimiento,
como el caballo al galope o los
trabajadores en marcha que parecen querer salir fuera de la pintura. Fascinado
por el descubrimiento de los
rayos X y de las ondas de radio, comenzó
a pintar la transparencia y figuras superpuestas como fantasmas.
Galloping horse, (1910-12) Oil on canvas. 148 x 120 cm - The Munch Museum, Oslo |
Incluso
la imagen de Munch solitario y aislado
del mundo es errada, según Lampe. El artista leía periódicos y revistas,
se mantenía informado sobre los eventos
de la ciudad y del mundo y era interesado en temas sociales y políticos.
Lo demuestran cuadros inspirados por eventos
de crónica, tales como asesinatos, masacres de civiles o disturbios civiles. Una
vez, cuando se produjo un incendio en la ciudad, Munch salió
con lienzos y pinceles y comenzó
a pintar la escena mientras los
bomberos seguían tratando de extinguir
las llamas.
The Kiss (1897) Oil on
Canvas 99 x 81 cm - The Munch Museum,
Oslo
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Un "Grito" de 120 millones de dolares
Como
decía anteriormente una de las obras maestras más representativas
del mundo, The Scream (El Grito), en la noche del miércoles 2 de mayo en Nueva York después de más de 10
minutos de tensa puja fue vendido por u$s 119.9m (£ 73.9m),
convirtiéndose en la obra de arte más
cara jamás vendida en una subasta. La venta batió el récord mundial anterior que pertenecía a Pablo Picasso, Desnudo, hojas verdes y busto (1932) que se vendió en
Christie de New York por u$s 106
millones (£ 70
m.) en mayo de 2010. La obra
maestra fue puesta en el mercado por Petter Olsen, un hombre de negocios
noruego, su padre, Thomas Olsen, era un coleccionista de Munch desde los años
veintes y vecinos de casa a Hvisten,
ciudad en la cual, según Peter Olsen en el 2013, con lo recaudado abrirá un
museo dedicado a Munch.
A
finales del siglo XX, El grito adquirió estatus de icono cultural que comenzó
en el período post-Segunda Guerra Mundial. En 1961 la revista Time utilizó El
grito en la portada de su edición dedicada a los complejos de culpa y a la
ansiedad. Entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol realizó una serie de
estampaciones en seda sobre las obras de Munch, que incluían El grito. La idea
fue desacralizar la pintura convirtiéndola en un objeto de reproducción en
masa. La reproducción de la obra en toda clase de productos, desde camisetas hasta tazas
de cerámica, pósters, llaveros, etcétera da testimonio de su estatus como
icono, así como de la completa desacralización para el público actual.
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